Fui Víctima de Brujería

Cuando me vieron entrar, todos murmuraron. Sus miradas inquisidoras pretendieron evitar la mía, quizás para no verse en ella.

Sin bajar la mirada, avancé por el estrecho pasillo. Temerosos hasta de mi sombra, sostenían un pequeño crucifijo que a mi paso apretaban contra el pecho.

“No es su culpa”, susurró alguien. Una mano firme me tomó del hombro e intentó, por un momento, detenerme.

El espejo al final del pasillo habló. No era yo quien estaba allí. En mis manos reconocí su perfume. Me envolvió, reclamándome.

Fue una noche, aunque las brujas rondan a toda hora, las brujerías ocurren de noche.

FIN